El niño ya no crea
Es mejor no crear, se dijo.
Es una pérdida de tiempo,
de dinero, de energía,
desparramando tu ser en hojas vacías
que inevitablemente naufragan hacia el crudo olvido.
Al escéptico ya no lo sacuden las deidades
Optó por su abandono
El alcohol ya no se pasea por ahí tampoco. No hay carnes vivas latiendo.
Está tieso en el suelo del sótano. Desconocemos su fecha de defunción. Hace días que está ahí despatarrado, explica el portero.Nadie pregunta por él.
Una tarde dejó de crear y la rigidez fue escalando, se apoderó primero de sus manos y luego llegó hasta el torso. Escuchó detrás de él algunas gentes murmurando sobre su escritura y sus poesías, pero cuando decidió girar la cabeza
era tarde:
su boca había adquirido una expresión grotesca y dura
entraban y salían centenares de moscas y miles de hormigas.
Habían construido rascacielos espejados y centros comerciales con muros azucarados: el paraíso.
Era el recipiente de una ciudad perfecta,
perfectamente habitable por otros.